Sangrías de derecho.
Quedé con dos amigos a tomar café justo al lado de la Universidad y cuando ya nos ibamos a casa vimos que eso estaba lleno de gente.
¿Qué coño, nos quedamos no? Fuimos al chino y compramos dos cartones de vino y cocacola (a lo grande).
Cuando nos los terminamos empezamos con el gorroneo. De sangría en sangría y tiro porque me toca. Cuando se acabó la sangría, me acerqué a una mesa donde había un grupo bebiendo, y con toda la naturalidad del mundo me llené el mini de vodka. Todos me miraban como pensando quién es ésta, pero nadie me dijo nada.
Estuvimos bailando (dando el espectáculo vamos), mi amigo me subió a los hombros y nos caímos una hostia tremenda...pero nosotros no podíamos dejar de reirnos.
La cuestión es que cuando llegué a casa haciendo eses a las 2 de la mañana, llevaba un pedal de campeonato. Me agarré a la esquina de mi calle y dije que yo no quería acostarme, que me llevaran de fiessssssssssta.
Me tuvieron que acompañar hasta la puerta de arriba de mi casa porque no se fiaban de mí.
Y no sé qué coño pasó desde que entré, hasta que me desperté, a las 7, durmiendo en el suelo del baño y encima de mi propio vomitado.
Se me apareció la virgen vamos, porque mis padres se levantaban a las 8, así que abrí los ojos justo a tiempo para, en mi ceguera aún, adecentar el baño (no sé ni como lo hice) y acostarme en mi cama.
No sé si mis padres se enteraron o no, porque cuando me levanté y volví a ir al baño, aquello estaba que daba pena, pero no me dijeron nada.
Menudo cuadro.