Me da rabia que me llamen cuando no tengo ganas de hablar con nadie y que cuando tengo ganas de hablar o contar algo, no me escuchen.
Me pasa que quedo con alguien para ponernos al día mutuamente y cuando la otra persona ya me ha contado todos sus problemas, sus planes, sus comeduras de cabeza...me toca el turno a mi y me siento gilipollas contándole las 4 tonterías que me ocupan el pensamiento, así que doy los titulares pero no me paro a desarrollar nada, por vergüenza.
Y así me voy, con la sensación de que cada vez tengo menos cosas en común con mis amigas, con las ennoviadas, con las casadas.
Con la sensación de que ellas han pasado de nivel y yo siempre pierdo en el mismo. Game over.
Con la sensación de que esperan de mí mucho más de lo que les aporto, porque de qué les sirve tener una amiga soltera si ni siquiera las divierte con anécdotas.
Esas mismas anécdotas que ya no cuento porque no me siento cómoda.
Feist – Mushaboom