12º.
Pero la noche en la que la lié parda conocí a Mauro.
Era uruguayo y desde el principio nos hicimos ojitos.
En la cola del baño, su amigo me preguntó si sabía inglés y me dijo que leyera la camiseta que llevaba (URUGUAY) quitándole las dos u del final: U R GAY.
Él me sonrió y negó con la cabeza.
Mis amigas querían cambiar de bar y yo me quedé.
Todo hubiera ido bien si yo no me hubiera quedado sin batería...y si no hubiera dado la casualidad de que estaba pasando una temporada en casa de mis padres, entre que dejé el piso de alquiler y terminaban las obras de mi casa.
La cuestión es que no volví a ver a mis amigas, que de camino a casa se me ocurrió la feliz idea de irnos a otra zona de bares que cerraba más tarde, que cuando nos cerraron nos fuimos a un after y que cuando al salir, ya de día, me dijo que lo mejor era ir a su casa que estaba justo al lado, yo no estaba en condiciones de pensar que quizá, y sólo quizá, debería avisar de que se me iba a hacer tan tarde...
Así que cuando abrí los ojos casi a las 12 del mediodía y conseguí marcharme, intenté encender el móvil y me llegó una perdida de mi padre.
Mierda.
No sé cómo conseguí pensar rápido e ir directa a casa de mi amiga L que me pillaba de paso.
Cuando llegué me dijo que mi madre la había llamado histérica para preguntarle si sabía algo de mí, que tenía el móvil apagado, que no me localizaba, que estaba a punto de llamar a la policía...
Llamé yo. A casa. Muerta de vergüenza y mintiendo. Y cuando llegué, mi madre se abrazó a mí llorando. Los había asustado de verdad.
No me he sentido peor en mi vida.
E hice lo único que podía hacer para olvidarme de esa sensación lo antes posible.
Contactos.
Mauro.
Borrar.